Antonio Rodríguez Delgado y la consagración al magisterio.

Ofrecemos a los lectores y amantes de la música la entrevista concedida al escritor y compositor Reynaldo Fernández Pavón por el célebre guitarrista, profesor y escritor Antonio Rodríguez Delgado, conocido como “Biki” entre los guitarristas dedicados a la música de concierto. Este profesor y concertista cursó estudios de nivel medio-superior en la Escuela Nacional de Música de la ENA. Recibió clases magistrales del maestro Antonio Lauro en Casa de las Américas en el año 1977 y realizó un postgrado en Pedagogía en el Instituto Superior de Arte en 1981.

Ha actuado como guitarrista con la Orquesta Sinfónica de Matanzas, la Orquesta Sinfónica de Santa Clara, la Camerata Brindis de Salas y Orquesta Sinfónica Nacional de Cuba y fue fundador del Concurso y Festival Internacional de Guitarra de La Habana.

Profesor invitado en el Instituto de Bellas Artes de Cartagena de Indias, Colombia, en 1998 fue Profesor invitado y asesor de la Facultad de Música de la Universidad del Atlántico Barranquilla Colombia, donde confeccionó el Pensum Académico de la licenciatura en música de esta Universidad. impartió clases magistrales de guitarra en el Festival Internacional de Pottenstein Austria y en la actualidad se desempeña como profesor en La Universidad Autónoma del Estado de Morelos.

¿Profesor, cómo se produce su aproximación a la música?

Antonio Rguez. Delgado: Mi padre me regaló una guitarra un Día de los Reyes Magos que había comprado en la casa Rubal en Centro Habana. Recuerdo el deslumbramiento que me produjo pasarle la mano por las cuerdas de metal, y al mismo tiempo, la enorme frustración de sentir la impotencia de no poder sacarle un sonido coherente. Día tras día me sentaba y la miraba con la misma curiosidad que un hombre de las cavernas sentiría ante un platillo volador… Hasta que me dije: “Vamos a explorar y a acomodar este instrumento a mis carencias, y entonces traté de lograr una afinación que me permitiría tocar las canciones de los Beatles y otros grupos de moda. A veces el disparate llegaba a que cada canción tenía una afinación diferente, pero al menos, podía sacarle música, y sentir que se me daba de a poco, que lograba vencer esa barrera que existía entre la guitarra y yo. Mi hermano Aldo que era el más cercano a mí, con 6 años de diferencia, entusiasmado por los “notables progresos” que había alcanzado autodidácticamente, me pidió que le pasara los secretos, y así poco a poco le fui enseñando esa sarta de disparates que con mucha paciencia y resignado, aguantaba mi falta de pedagogía. Así las cosas, todo quedó listo para que hiciéramos las pruebas de captación en el conservatorio municipal Amadeo Roldán, y en esa prueba los dos sacamos sobresaliente, mi hermano fue el escogido por ser más joven pues tenía 11años acabados de cumplir, y yo fui rechazado por tener 16. Un día mi hermano me dice que va a realizar el pase de nivel del elemental al medio, y que su profesora Martha Cuervo, me sugería que me presentara a optar por una plaza que quedaría vacante en la Escuela de Música de Cubanacán donde radicaba la Escuela de Nacional de Arte y sería seleccionado un alumno entre todos los que optaran a lo largo y ancho del país para ocuparla. Como en esa época estaba finalizando el preuniversitario, me dije: – La peor gestión es la que no se hace y cuando mi hermano Aldo llegaba del conservatorio, nos poníamos uno frente al otro, y me iba aprendiendo pieza por pieza, y estudio por estudio, pues mi nivel de solfeo era muy pobre para descifrar las partituras. Entonces miméticamente fui calcando lo más cercano posible, los movimientos, los dedos, la colocación, y memorizando todo el repertorio que se solicitaba en la prueba y fui el seleccionado de todos los que se presentaron, y mi hermano y yo entramos en ese conservatorio de la escuela más importante de nivel medio en el país, Aldo tenía 13 años y yo acababa de cumplir 19. Como ves, empecé tarde en el oficio, menos mal que no existían las restricciones que más tarde se aplicaron, y hacían imposible que alguien de mi edad, pudiera ser admitido en el sistema de enseñanza profesional, pues si no sería hoy abogado, médico… ¡Vaya usted a saber! Pero de seguro habría sido cualquier cosa menos guitarrista.

¿Quiénes fueron tus profesores y dónde estudiaste guitarra?

Indistintamente con Martha Cuervo e Isaac Nicola, Martha era la profesora estable, y cuando creía que ya estábamos preparados para que el maestro Nicola revisara el montaje de las obras, íbamos a él. Era la misma escuela, la misma técnica, y había un programa bien estructurado de enseñanza, dosificado y progresivo basado en la escuela Tárrega-Pujol, y enriquecida con el buen ojo y la experiencia, de nuestro gran Isaac Nicola, maestro de maestros. Así empecé en la Escuela Nacional de Arte a estudiar supuestamente un nivel medio sin haber cursado el nivel elemental… Imagínate cómo me fue en las clases de teoría, solfeo y Armonía.

¿Qué acontecimientos influyeron más en tu vocación en los tiempos de estudiante?

Tuve dos experiencias que me motivaron mucho en cuanto a la guitarra, la primera siendo un niño, estaba frente al televisor, mientras jugaba con los soldaditos y en el programa Album Phillips presentaron a un guitarrista que interpretó la malagueña, su arte me impactó…El artista era el gran guitarrista argentino Jorge Morel, poco después, otro hecho que me decidió a tomar ese camino, fue un recital al que asistí con mi entrañable amigo Sergio García Marruz, en el antiguo Liceo Español del Vedado,  esa tarde pude degustar de un excelente concierto, donde escuché por vez primera, obras renacentistas, latinoamericanas y de Leo Brouwer, y sencillamente me quedé prendado. El guitarrista fue mi entrañable colega ya fallecido, Sergio Vitier. Una vez estando en el Instituto Cubano de la Música, le hice la confesión de que él había sido el empujón que me faltaba para estudiar guitarra.  Esta anécdota le conmovió, pues nunca sospechó lo definitorio que fue su concierto, en mi decisión posterior.

¿Pensaste que ibas a dedicarte por completo a la música cuando eras un joven?

Ni en sueños, en casa querían que estudiara medicina, así que la música era más bien un adorno, una afición, no se consideraba una carrera como tal. Las cosas se tomaron en serio cuando dije, bien ok, estudio medicina, y cuelgo el título en la pared, pero después estudio guitarra y hago mi voluntad.

¿Qué música escuchabas con mayor frecuencia?

De las populares algo que nunca abandoné, todo el repertorio de los Beatles que me lo sabía de punta a cabo, hasta con sus voces. Led Zeppelin, Bob Dylan, Silvio y Pablo que empezaban, de lo clásico, las piezas de la guitarra Capricho árabe que me tenía babeado, el flamenco, específicamente Montoya, que cuando lo escuchábamos no podíamos comprender como podía tocar de esa forma, era algo así aplastante. El ícono Andrés Segovia, eran muy distintas fuentes la que nos alimentaban y aportaban los nutrientes culturales, pero queríamos escuchar de todo. Una vez el entrañable maestro y amigo Danilo Orozco me llevó a un salón y me puso el treno por las Victimas de Hiroshima, y todavía no estaba preparado para Iannis Xenakis, por poco salgo por el techo. Pero salvo ese accidente extemporáneo consumíamos de todo, Debussy me encantaba, Chopin, Bethoveen. A veces me ponía a escuchar sin que ella lo supiera a Martica Marchena cuando se estudiaba los Jardines Bajo la Lluvia de Claude Debussy -me hacía flotar-.

¿Cuál son tus obras emblemáticas y por qué?

Chacona de Bach. Creo que esta obra lo tiene todo, puedes sentir la muerte, la ascensión, la grandeza, el dolor, la sublimación, en fin, es un muestrario filosófico de los estados emocionales del espíritu, con una profundidad y vehemencia, inigualable. Cuando escucho esta obra me trasmuta, y me convierte en el hombre que quisiera ser. Viene a ser un peldaño en la evolución, que me dice, esta es la grandeza, alcánzala, llega hasta allí desde el portal de la humildad, y el desprendimiento. A veces he pensado que es una llave que abre la puerta de Dios.

¿Qué influencias reconoces como guitarrista?

La de Leo Brouwer, Pepe Romero, J. Breams, J. Williams.

La mayor parte de mis compañeros de estudio querían ser como Leo, o los grandes guitarristas de la época, pero yo quería ser como Nicola, aspiraba a ser el continuador de su  magisterio.

¿Cómo se desarrolla tu vocación por el magisterio?

Recuerdo de tantos domingos y fines de semana que lo mismo Martha, como Nicola, me daban clases en su tiempo libre, y se metían una mañana fácilmente en una obra, jamás me cobraron un centavo. Era pura devoción, el único interés detrás de aquella entrega incondicional, era sencillamente proporcionar bienestar, conocimiento, ayudar. Entonces, con semejante ejemplo, algo tenía que marcarme, de alguna manera es imposible ser indiferente, ante una actitud casi monástica de altruismo y entrega, de ese tamaño. Pero, además, debes de saber que eso no era conmigo nada más, era con todos, sus puertas siempre estaban abiertas. Por supuesto, he tratado de seguir ese ejemplo, y de ser heredero, merecerme ser continuador de semejante escuela, de la que orgullosamente me siento parte, y aun hoy como el primer día, por mis venas espirituales, corren esos genes y ese linaje maravilloso.

¿Cuál es el legado que recibiste en tu concepción de lo que es ser un maestro?

Entrega incondicional, abrir puertas, ser un canalizador de sueños y esperanzas, nunca estar conforme don nuestro trabajo, podemos hacerlo siempre mejor que ayer. Y jamás, – escúchenlo todos- jamás darse por vencido ante nada.

¿Podrías definir las categorías que definen a verdadero maestro?

Creo que el filósofo ingles George Ward, lo definió muy bien cuando dijo que “el gran maestro inspira”, es decir, abre un camino de luz delante de tus pasos que te deslumbra y no se cierra jamás, te incita a recorrerlo, y llegar hasta el final. El gran maestro llega a la vida de uno, y jamás se va, de alguna manera también recorre el camino a nuestro lado, y entonces seguimos aprendiendo del mucho más, que cuando físicamente lo teníamos a nuestro alcance. Todavía sigo escuchando las voces de mis maestros, recuerdo tal concejo, o tal frase, y ahora es que estoy mejor preparado, para comprender, todo lo que me estaban diciendo 40 o 50 años atrás, pero por mi juventud todavía no estaba del todo preparado, para asimilar esa fuente de sabiduría, en toda su extensión y significado.

¿Qué te ha motivado a escribir los libros que has publicado?

Trasmitir mis experiencias, el conocimiento. Creo que sí puedo ayudar a alguien como lo hicieron conmigo, estoy retribuyendo con el gesto, parte de esa generosidad que se me regaló, sencillamente Rey, no es más que ser reciproco, compartir lo que atesoramos con todo aquel que lo necesite, y desee. Pocas cosas permiten tanta satisfacción y bienestar al espíritu, que dar, y si algo lamento, es no tener más, para ofrecer más.

¿Qué otras manifestaciones del arte o de la literatura son afines con tu sensibilidad?

El cine, la literatura. En la cuestión fílmica hay películas entrañables que te marcan, por ejemplo, la filmografía de Orson Welles, Titon, El Indio Fernández, Coppola, Scorsese, Iñarritu, Del Toro en fin hay tantos que sería imposible enumerarlos. Y en literatura, Schiller, Goethe, Martí, Withman, Neruda, Quiroga, Poe, Lovecraft, Robert Bloch entre otros.

 Un momento que siempre vas a recordar.

La inauguración del festival y concurso de guitarra de la Habana del 2002, hice la inauguración con una orquesta gigante de 110 niños de nivel elemental, por poco salgo infartado de ese reto, pero quedó bien. Le había dado mi palabra a Leo y lo cumplí, esa gala salió seleccionada entre los 11 acontecimientos culturales más importantes del año. Algo muy difícil de lograr, teniendo en cuenta que compites contra el cine, el ballet, la danza, la plástica, la música popular. Se puedes ver esa gala en YouTube.

¿Qué cualidad admiras en un intérprete?

La sinceridad, la autenticidad, y la cultura, saber ser autentico, sin renunciar a realizar versiones que respeten la época, pero sin calcar las huellas de los que han trazado arquetipos interpretativos, pues como lo he dicho otras veces, copiar es un camino fácil, y cómodo, carente de riesgos, pero que no eleva ni engrandece, pues parte del no riesgo, de eludir ese desafío de buscar en uno, esa parte del universo que nos diferencia del resto.

Tus alumnos de guitarra han obtenido premios internacionales, ¿podrías mencionarlos? ¿cómo han sido posibles esos resultados?

Si tengo a alumnos formados en estos preceptos que te he relatado. Entre ellos puedo mencionarte a los hermanos Ernesto y Marco Tamayo, Joaquín Clerch, Ali Jorge Marcano, Alexis Méndez, Mónica Maldonado, cuarteto Tetraktys, Trio Bon Aché, entre otros. Todos estos alumnos y agrupaciones de cámara están formados en mi escuela filosófica, e instrumental, y han obtenido reconocimientos internacionales.

¿Cómo defines a Antonio Rodríguez Delgado?

Alguien inconforme, incansable en cuanto al trabajo y que siempre piensa que mañana lo puede hacer mejor que ayer.

¿Qué mensaje te gustaría enviar a los profesores de música y a los intérpretes jóvenes de la guitarra?

Nunca se rindan, luchen por sus sueños, y traten de alimentar los mismos con los ingredientes de la generosidad, y el deseo ferviente de hacer el bien, si lo logran, recibirán por triplicado lo que ofrecen.

El maestro y guitarrista Antonio Rodríguez Delgado ha publicado los libros “El gran reto de la escena y de la vida”, “Elías Barreiro, el hombre detrás de la guitarra” y “La Mística del Sonido”.

 

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